B se encuentra en la costa de Megara. Aquí unos humanoides con facciones de pez y escamas, denominados Ichthian, la atacan. Ella no puede comprender como los dioses permiten que estos seres tengan capacidades chamánicas. Unas horas después descubre un naufragio, lo peor de esto es que los marineros se han convertido en Wraiths y la playa está infestada de otros muertos vivientes y aves enfermas.
Ella aprovecha una parte del barco que se encuentra en la playa como refugio. Come algo y practica con el bastón de su padre y sus artes, logra mejorar un poco su técnica del corazón del hielo. Por supuesto que se siente muy fresca aún expuesta a los rayos del sol, en una playa con una armadura de cuero en el pecho. Tiene sus ventajas el saber comandar los elementos.
Encuentra una cueva en donde habitan hombres pez, estos resultan ser oponentes duros sobre todos los chamanes, quienes pueden curar sus heridas y lanzar fuego. La cueva no es tan grande pero resulta obvia la cautela. Los Ichtian al parecer han tenido una buena racha ya que B encuentra bastantes tesoros, tal vez producto de los naufragios que ahora entiende no son accidentes. Estos seres no le son desconocidos; pero no sabía que provocaran naufragios ni que entrenaran tortugas gigantes para ser sus mascotas. Algo que B descubrió un tanto a su pesar ya que al intentar golpear a una de ellas lo único que logro fue romper su propio bastón. Un poco desesperada, ya que los trozos de hielo parecían rebotar en el caparazón de las tortugas, tomó el bastón de su padre y por primera vez salió un rayo de él. B aprovecho el desconcierto de sus dos oponentes para conjurar su encantamiento de tierra, la combinación fue mortal para las tortugas.
Ella se encontraba feliz de poder usar el bastón de su padre, incluso terminó con otros contrincantes, sobre todo chamanes, usando sólo el bastón. Esto le hizo sentirse muy cansada ya que el esfuerzo fue mayúsculo. Pronto encontró un lugar en donde acomodarse y se quedó dormida. Despertó a las pocas horas sintiéndose mareada, sudando. Realmente tardó mucho en darse cuenta que se estaba muriendo. Mientras dormía unos insectos del tamaño de su mano tejieron una especie de red a sus pies y le inyectaron un veneno que la debilitaba. Con mucho trabajo logro convocar su nube y el encantamiento de tierra, esto la ayudo a matar casi al instante a los insectos y destruir la tela que la sujetaba; sin embargo, combatir el veneno era otra cosa. Para su suerte recordó los ungüentos que la ninfa le había dado, se tomó uno y se desmayó. Despertó casi un medio día después con mucha hambre y sed. No le importó probar los insectos.
Se enfrentó a otro grupo de hombres pez y sus enormes mascotas. Tal vez el encuentro hubiese sido más sencillo de no tener una táctica de combate bastante eficiente sus contrincantes. Nuevamente pensó en la implicación de los dioses para proveer de inteligencia a estos seres.
Por fin divisaba su destino, un grupo de guerreros mataba a unos Ichthian que intentaban ingresar a la ciudad; llegó lo suficientemente a tiempo para impedir que le chamán matara a uno de los guardias. Se encontraba por fin en la ciudad de Megara, ya tendría tiempo para descansar después ahora lo que le importaba más era hablar con Timon, el regente de la ciudad.