sábado, 24 de noviembre de 2012

Los tres eruditos Parte 2: Enanos


Kilrak: Poderoso bastión
El lobo se mueve con sigilo a pesar de sus casi tres metros de largo, sin contar la cola, y sus 40Kg. A pesar de ser denominado como un "lobo", el antiguo maestro Lissam, quien dedicó su vida al estudio y clasificación de los seres vivos, lo catalogó dentro de los "grandes gatos": por su agilidad, su mandíbula, sus garras y su características rayas encima de sus cuartos traseros.

Está al acecho, puede ver a sus presas, las ha estado siguiendo casi desde que entraron al bosque de piedra, sabe que hay más; pero las dos mujeres enanas están alejadas del fuego. Flexiona la parte delantera de su cuerpo, se prepara para atacar, en cuestión de segundos el depredador se convierte en presa: una red lo atrapa justo en el momento que salta. Tiene la fuerza suficiente para romperla, siente punzadas de dolor en el cuerpo, poco a poco, su fuerza lo abandona, ya no hay nada que pueda hacer.

Falring Kilrak sentía mucha ansiedad por usar a su esposa y su hija menor como carnada, más el plan resultó a la perfección, tanto que tenían carne para la cena y tal vez para el día siguiente. Bien sabía que la travesía por el bosque de piedra no iba  a ser sencilla, las leyendas dicen que quien entra en el bosque jamás sale; pero los minotauros se habían vuelto “locos” estaban matando a los jóvenes de todas las razas y esto no era leyenda alguna, el bosque es la única oportunidad; así de desesperada es la situación.

Hace más de 50 años que perdieron a uno de sus hijos, el dolor hace que parezca mucho menos tiempo, ahora era seguro que perderían a sus otros dos varones, aún cuando el mayor de ellos tiene 109 años, tan sólo uno más para alcanzar la edad media y dejar de ser un muchacho. “No hay forma de negociar con los minotauros” le decían los viajeros. Ellos nunca antes han visto a uno, su pueblo es pequeño y no dentro de una ruta comercial importante, pero las leyes, la economía, el mundo gira en torno a ellos.

Su única esperanza era llegar a la cuidad de la mina de hierro. Allí tal vez los sacerdotes, los venerables enanos o simplemente la seguridad de las puertas de la ciudad puedan ayudarlos. No podían arriesgarse a ir por algún camino, puños de minotauros los patrullan, por eso se encuentran en este bosque. El suelo está cubierto con piedras de todos tamaños, formas, tipos, colores; es complicado armar un campamento o dormir en este sitio, hay quienes creen que son los restos de una antigua ciudad humana que fue “devorada” por los árboles, otros que aquí cayo un de las legendarias ciudades voladoras de los hechiceros elfos. En realidad este bosque era el sitio de apareamiento de basiliscos, reptiles que  transforman en piedra a sus presas, luego las devoran.
Salen del bosque poco antes de que alguna de las lunas aparezca en el firmamento al morir el cuarto día de viaje. Los seres terrestres no acostumbran a ver hacia arriba, menos un enano que, como dice el refrán “Tienen los pies muy pegados al suelo, y la cabeza también”; de haber volteado tal vez hubieran visto varias gárgolas dándose un festín en la copa de los árboles de uno de los pocos basiliscos que quedan en el bosque y el puño de minotauros que hacían guardia de este lado.
Lo que sí logran ver es el principio del los caminos ascendentes en las montañas, no toman el principal, entran en una cueva que los conduce al camino “viejo” éste hace un rodeo para desembocar en la entrada Este de la ciudad, la entrada lateral.

El asenso por la mañana resulta mucho más difícil de lo que esperaban, ya se encuentran en la parte alta del camino, de aquí casi todo es cuesta abajo. Ninguno de ellos habría imaginado lo que les esperaba, de frente una estructura impresionante como “moldeada” en la cara de la montaña, tan grande como la montaña misma, desde su posición pueden ver a varios el camino principal, hecho de mármol azulado que desembocaba en una enorme puerta de hierro, al costado derecho se encuentra la puerta del Este, está cerrada, hay afuera carretas, animales, pequeñas casas y comercios desiertos. Lo que más sorprendió a Falring fue la cantidad de tropas minotauro que se encontraba frente a la puerta, era impresionante e imposible que alguien pudiera sobrevivir a este ejercito de monstruos. “Este no es un sitio seguro, debemos regresar al bosque” – pensaba. Un grito lo saco de su estupor, pudo ver a su hijo Bolrid, el menor, caer por el borde del camino; su hija mayor intentó detenerlo pero perdió el equilibrio, él todavía reaccionó para tomarla del brazo; pero sucumbió.

La caída le pareció eterna, por fin dejo de rodar, sentía todo el cuerpo adolorido y ardido Una voz gruesa le decía “toma mi mano”, poco a poco su vista se fue aclarando, para ver con horror que un minotauro le tendía su mano. “Yo no hablo minotauro ¿Por qué le entiendo?” – “Déjame ayudarte” -- le dice él en perfecto enano. Confundido, aterrado, recuerda a su familia. Su hija le dice “No te preocupes, da, él nos ayudó” señalando al “monstruoso” ser. Tan grande que su hijo de mayor estatura apenas y rebasaba su cintura.

“Vamos debemos entrar antes de que sea tarde” – Dice el minotauro. Se encontraban en la fosa para entrar a la ciudad, apestaba de lo peor, él los conduce debajo de la puerta del Este hasta un “ducto” del cual muy pocos seres tienen conocimiento, todos entran tras sin replicar, tal vez por buscar la ficticia  seguridad de la ciudad o por no desobedecer.

El túnel es lo suficientemente grande para que el minotauro pueda caminar, esto causa preocupación pues entonces es una perfecta forma de asaltar la fortaleza por parte del ejército que está afuera. Falring lamenta el haber venido. Algo se apodera de su ser, no le gusta sentirse amenazado o con miedo, el perder a sus hijos, el usar a su esposa, el minotauro, todo. Saca una especie de mazo de una de las mochilas y metódicamente empieza a golpear el túnel, le ordena a Falgur, su hijo mayor que le ayude. “Listo” – comenta más para sí mismo que para alguien más pero su hijo se detiene, guardan las cosas y continúan la marcha. Detrás de ellos el túnel colapsa. El minotauro se sorprende de la habilidad mostrada por el maestro enano.

Por fin llegan al final del ducto, se encuentran con una gran puerta metálica en forma circular, pareciera como el tapón de una botella. Falring una vez más siente horror, cuán harto está de este sentimiento, pero más siente el ser culpable de haberlos dejado sin salida. Le explica al minotauro que no entiende el apuro en que están, de la consistencia de la puerta, del diseño de seguridad y de la precaria situación en que se encuentran. Antes de terminar Falring siente el agua en sus pies.

Glanard: Guardian Olvidado
Thorral Glanard es la tercera generación de su casa. Su abuela fue la primera en portar el escudo, un verdadero honor para cualquier adivinador, guardar las visiones de la más grande hechicera del mundo; o de menos la más conocida pues la época de la magia ahora se encuentra en el olvido.
Termina su rezo, hace un ademán con la mano izquierda que termina en el centro de su pecho, señal de que ha recibido la bendición de su dios. Toma asiento frente a una especie de altar: Una mesa rectangular sobre la cual hay seis velas, tres a cada lado de un magnífico tazón grabado con símbolos enanos que contiene agua. Se concentra, toma conciencia de su respiración, de su ser, hace comunión con los espíritus de sus ancestros y con su dios. El agua se enturbia, aparecen imágenes en su superficie, su rezo ha sido escuchado.

Sólo los enanos y los minotauros son capaces de conectarse con sus dioses, hay quienes creen que los dioses a los que otras razas profesan han desaparecido, la idea del fallecimiento de un dios parece inconcebible; sin embargo, sólo los enanos usan la adivinación, los minotauros la consideran una "perversión" que viene de los hechiceros.

Las visiones que Thorral ve rara vez son claras, no tienen la pericia de un hechicero, aunque le gusta pensar que dios tiene una forma particular de transmitir sus designios. En esta ocasión el mensaje es abrumadoramente claro, puede observar a un grupo poco común: Un familia de enanos guiados por un minotauro se encuentran en un antiguo ducto de la ciudad, éste durante años fue un túnel de escape, luego una forma de desechar desperdicios actualmente se encuentra abandonado, sellado por una gran puerta de Mitril,  magistralmente hecha por los maestros enanos tanto ei diseño como en el metal plata que la constituye que es el tercer material más resistente del planeta, la hacen materialmente impenetrable. El túnel a la fecha es simplemente una trampa mortal para aquel que entre en época de lluvia.

La visión termina. Como todas las veces que hace una adivinación las velas se encuentran fundidas, el agua turbia y él exhausto; pero no puede descansar pues tiene la obligación de documentar la visión para analizarla. A pesar de la claridad de la misma no hay forma de determinar cuando ocurre si esto es una visión del pasado, del presente o del futuro, casi no pudo ver el túnel sólo lo identifico como en los sueños que sabes exactamente en dónde te encuentras. Aunque el sitio al lugar no le preocupa pues confía mucho en la puerta principal y las defensas de la ciudad, debe apurarse debido a que se avecina una tormenta y hay que tomar las medidas necesarias. ¿Cómo lo sabe? Un simple dolor de huesos pero prefiere hacer creer a todos que lo “adivinó”; al menos el ejercito minotauro tendrá que refugiarse.

Se concentra en escribir. Ésta es una excelente técnica para dilucidar las visiones, en ocasiones mientras va narrando lo que observa se da cuenta de otras cosas que de momento pasó por alto, en esta ocasión no es lo que vio lo que le sorprende sino lo que escuchó: Una especie de tonada que el describiría en sus maravillosa.

Bolrid:  Artesano Oculto
Es el menor del clan Kilrak y el único que aún no puede portar con orgullo el apellido pues por más que intenta no logra aprender el arte de su padre, de su abuelo de sus ancestros. Hasta su hermana ya ha mostrado la pericia del clan para la construcción; identifica correctamente metales, piedras y las herramientas del oficio. Para él todo es similar.

Observa con gran admiración a su padre ordenando a su hermano mayor en dónde golpear al túnel, los dos parecen una máquina bien aceitada que golpea con precisión. Mira sólo los primeros golpes pues poco a poco cierra los ojos, su vista no es su mejor sentido el oído y sus propias sensaciones lo son: escucha cada golpe y puede sentir la vibración comprende perfectamente lo que el golpe, por muy poca fuerza que lleve le hace a la estructura, puede “ver” las vibraciones en la misma y de 
antemano sabe el resultado de todo, sabe que pronto el túnel va a ceder.

El estruendo provocado por el colapso lo regresa a la realidad, su padre voltea el rostro cuando él abre los ojos, sabe que siempre lo ha visto de forma extraña, sabe que está decepcionado. Como si su padre escuchara su pensar éste le dice “No Bolrid, no te preocupes, ya aprenderás el oficio a mi me costó mucho tiempo”. Por una parte le llena de calidez la sonrisa en el rostro de su padre, sabe lo mucho que le cuesta sonreír desde el fallecimiento de su hermano y más en la situación que se encuentran. La sensación no dura mucho. ¿Cómo decirle a su padre que no le interesa el oficio familiar? Simplemente no puede hacerlo, sería romperle una vez más el corazón y es algo que nunca hará.

Llegan por fin al final del túnel, ya casi no puede consigo mismo, no está seguro si el dolor del cuerpo es por la caída, por todo el trayecto o su misma mente que le urge ya a descansar y tomar un baño caliente. Es el último en llegar, ve sin realmente observar una puerta metálica, ve el rostro como desencajado de su padre y al minotauro asestar un golpe a la puerta con un bastón enorme. Comprende perfectamente el golpe hace un eco en la caverna pero el sonido se queda encerrado. ¿Qué puede ser peor que morir encerrados? Como si de una burla de dios se tratara puede sentir y escuchar que el ducto se inunda. Una ola de pánico lo inunda, no sabe cuánto tiempo tiene, pero son enanos la estatura hace que el tiempo menor de lo normal y la complexión no ayuda mucho para mantenerse a flote.

Por un momento duda, pero a ver que su madre abraza a su hermana, lo llena una sensación de valor, de confianza que no había experimentado antes, busca dentro de las bolsas un instrumento, una especie de arco pequeño hecho de metal con una cuerda especial que podría cortar hueso. Con la mano salpica un poco de agua en la cuerda, sólo unas gotas, se acerca a la puerta de metal, observa lo magnífica que es, siente algo de desesperación al observar que es completamente lisa…se equivoca allá en lo alto hay un pequeño borde, tal vez perno o algo así, de eso no entiende pero le servirá. Le pide al minotauro que lo cargue. Esta nervioso, es impresionante este ser, la fortaleza de sus hombros, su cornamenta, pero más que eso por lo que está a punto de revelarle a su familia.
Toma aire, cierra los ojos y empieza lentamente a frotar el instrumento contra la saliente de la puerta. Poco a poco la puerta vibra, las vibraciones empiezan a correr por las paredes de la caverna y se escucha muy levemente música. El resto del clan Kilrak está impresionado, el minotauro maravillado. Están presenciando, escuchando una técnica enana muy antigua, casi olvidada. En la antigüedad el grado de maestro constructor no era el máximo existía uno más: Artista constructor, era dado sólo a aquellos que entendían de acústica y vibraciones. La ciudad entera era una obra de arte en sí misma: las vibraciones empezaban a inundar toda la estructura, toda la ciudad se empezó a paralizar, por miedo pues se escuchaba en todas partes esta misteriosa música que, aunque maravillosa, no podían entender de dónde provenía.

Ya no podía más, el trance había pasado, sabía perfectamente lo que logró ahora era tiempo de esperar, su familia se toda encima del minotauro que, a pesar de estar recargado en la puerta, mostraba una fuerza sorprendente. Más les sorprendió el saber que no era de los más fuertes de su raza, que en realidad era un erudito y no un soldado. Bolrid pidió a dios no encontrar nunca a uno, luego reflexionó que tal vez ya no vería nada, el agua ya estaba a la cintura del “no tan fuerte minotauro” que mantenía a flote a todo el clan con sus brazos, más el bastón, más su mochila que insistía no podía mojarse.

“Ya no aguanto” dice con una especie de suspiro y bajó los brazos al tiempo que la puerta se abre y el ducto se drena completamente. Pueden ver a un enano que lleva una túnica que parece demasiado pesada para que la soporte, lo primero que dice es “te esperaba hermano” refiriéndose al minotauro luego agrega “disculpen la tardanza pero no encontrábamos la llave”